viernes, 25 de septiembre de 2009

Gabriela Mistral



Pequeña bibliografía:

Gabriela Mistral (1889-1957), seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga, poetisa y diplomática chilena, que con su seudónimo literario quiso demostrar su admiración por los poetas Gabriele D’Annunzio y Frédéric Mistral.
Hija de un profesor rural, Gabriela Mistral, que mostró una temprana vocación por el magisterio, llegó a ser directora de varios liceos. Fue una destacada educadora y visitó México (donde cooperó en la reforma educacional con José Vasconcelos), Estados Unidos y Europa, estudiando las escuelas y métodos educativos de estos países. A partir de 1933, y durante veinte años, desempeñó el cargo de cónsul de su país en ciudades como Madrid, Lisboa y Los Ángeles, entre otras.
Premio nobel de literatura:

Sus poemas escritos para niños se recitan y cantan en muy diversos países. En 1945 se convirtió en el primer escritor latinoamericano en recibir el Premio Nobel de Literatura. Posteriormente, en 1951, se le concedió el Premio Nacional de Literatura de su país. Su fama como poetisa (aunque ella prefería llamarse “poeta”) comenzó en 1914 luego de haber sido premiada en los Juegos Florales de Santiago por sus Sonetos de la muerte, inspirados en el suicidio de su gran amor, el joven Romelio Ureta. A este concurso se presentó con el seudónimo que desde entonces la acompañaría toda su vida.
A su primer libro de poemas, Desolación (1922), le siguieron Ternura (1924), Tala (1938), Lagar (1954) y otros. Su poesía, llena de calidez, emoción y marcado misticismo, ha sido traducida al inglés, francés, italiano, alemán y sueco, e influyó en la obra de muchos escritores latinoamericanos posteriores, como Pablo Neruda y Octavio Paz.
Considerada como una escritora modernista, su modernismo no es el de Rubén Darío o Amado Nervo, ya que ella no canta ambientes exóticos de lejanos lugares, sino que se sirve de su estética y musicalidad para poetizar la vida cotidiana, para “hacer sentir el hogar”, en palabras de la autora.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Los inventos de fines de siglo XIX y principios del XX

AVION:


Vehículo aéreo más pesado que el aire que se utiliza para transportar personas o carga. Se mueve por acción de hélices o motores de retropropulsión, y se sustenta por efecto de la resistencia del aire a ciertas superficies rígidas.
El hombre trató desde tiempos remotos de imitar el vuelo de las aves. Creyó al principio que bastaba con proveerse de alas e ideó máquinas a las que llamó ornitópteros.
Ninguna de ellas dio el resultado apetecido, y no fue sino hasta mediados del siglo XVIII que principiaron a construirse máquinas capaces de desplazar más aire que el equivalente a su peso, logrando así elevarse del suelo.
Pero la utilidad de estos artefactos (globos y dirigibles) es limitada. La historia de la aviación de hoy es la de los aparatos más pesados que el aire.
Fundamentalmente, los aparatos más modernos de este tipo siguen construyéndose con base en los mismos elementos que permitieron a los hermanos Wright y a Alberto Santos Dumont realizar los primeros vuelos prácticos a principios del siglo XX: alas que soportan el peso del aparato y su carga, y las superficies de cola que sirven para darle equilibrio y dirección. Mediante controles apropiados se hace variar la posición de algunas superficies para que el aparato suba, baje o vire en un sentido u otro.
Cómo vuela el aparato
El avión está provisto de clásico motor alternativo de hélice avanza por la tracción de ésta. La fuerza sustentadora radica en la forma de sus alas, en lo que técnicamente se designa como el "perfil de ala". Esta tiene una cara curva, la superior, y otra plana o casi plana.
Cuando se mueve el aire en torno al ala, debe hacerlo de tal modo que si dos partículas se separan en el borde anterior deben encontrarse en el borde posterior al mismo tiempo. Puesto que la cara superior es de curvatura, y por tanto superficie, mayor que la inferior, la partícula que la recorre describe una trayectoria más larga que la otra y en el mismo tiempo, esto es, con mayor velocidad.
Existe un principio aerodinámico según el cual a ese aumento en la velocidad corresponde una disminución de la presión y, por tanto, en el caso del ala, un efecto de succión hacia arriba.
Para ilustrar este principio, piénsese en cómo funciona un pulverizador, Por encima de la boca del tubo vertical que comunica con el líquido se hace pasar una corriente rápida de aire, y el efecto de succión hace que suba el líquido y salga mezclado con el aire.
A primera vista puede parecer que un impulso de este tipo no es lo suficientemente vigoroso para sustentar el avión. Debe tomarse en cuenta, sin embargo, que dicha fuerza está actuando sobre toda la gran superficie de un ala y, además, que la gran velocidad del avión da lugar a un empuje realmente notable por unidad de superficie.
En el caso de un avión con motor a reacción el principio de sustentación es idéntico, pero debido a la velocidad muy superior que le imprime aquel las alas pueden ser de superficie mucho menor; así actúan, primordialmente, como órganos de equilibrio para estabilizar el aparato.
Un motor de propulsión a chorro expulsa los gases a tal velocidad que el impacto contra el aire es violentísimo, tanto que, por reacción, el avión es impulsado en la dirección opuesta a una velocidad extraordinaria, ya que el principio físico de la acción y la reacción establece que a todo impulso en un sentido corresponde otro igual y contrario.


MÁQUINA DE COSER:




Pocas invenciones son de una utilidad tan amplia y ofrecen tantas ventajas como la máquina de coser. Ella ha revolucionado el trabajo manual en las fábricas y en el hogar, pues la costura es una idea más antiguas artes domésticas.
La primera máquina de coser fue inventada por el inglés Tomás Saint. Patentó éste en 1790 una máquina que poseía muchas de las características de la moderna de costura de cadeneta. Esta máquina estaba principalmente destinada a trabajos en cuero. Tenía una lezna movible, que perforaba agujeros por los que podía pasar el hilo. Nunca se utilizó, ni se benefició su inventor con ella.
Bartolomé Thimonnier, un sastre francés de modestos recursos económicos, inventó, en 1830, una máquina de coser que se asemejaba aun más al modelo actual, y que empezó a tener éxito en Francia. Sin embargo, un grupo de obreros, temerosos de que la máquina los dejara sin trabajo, destruyeron el taller y las máquinas. Thimonnier murió en la pobreza. Mientras tanto, el norteamericano Gualterio Hunt, había inventado, casi simultáneamente, una máquina de coser que tenía una aguja curva, con el ojo en la punta. Esta aguja hacía pasar un hilo a través de la tela para formar un lazo. Por éste pasaba un segundo hilo con el que se formaba una costura de cadeneta. El segundo hilo era llevado por una lanzadera, como en las máquinas modernas. Hunt no logró obtener una patente. El honor de haber patentado, en 1846, la primera máquina de coser que realmente se utilizó le corresponde al norteamericano Elías Howe. Isaac M. Singer obtuvo una patente sobre su máquina de coser en 1851. No obstante, Howe defendió con éxito su prioridad y obtuvo el pago de derechos de invención sobre casi todos los tipos de máquinas de coser utilizados en aquella época.
En 1850 patentó Alíen B. Wilson un tipo diferente de máquina. Hacía ésta uso de un gancho giratorio oscilante para coger el hilo superior, en lugar de la lanzadera deslizante que se usó primero. En 1856 inventó Jacobo Gibbs una máquina que podía usar un solo hilo, formando una costura de cadeneta.
Hay una gran variedad de máquinas de coser, entre las que se incluyen máquinas especiales para coser cuero, sombreros de fieltro, piezas acolchadas, botones, etc. Algunas máquinas tienen varias agujas, y pueden hacer un número de costuras paralelas, simultáneamente.
Los principios básicos de las máquinas de coser no han sufrido alteraciones radicales desde las tempranas invenciones. La aguja con ojo en la punta, el gancho giratorio y la lanzadera deslizante se utilizan aún. El gancho giratorio coge el hilo superior y lo engarza en derredor del inferior para formar la costura de cadeneta. La lanzadera lleva el carrete del hilo inferior, y pasa a través del lazo del hilo superior para formar la puntada. Las primeras máquinas solían moverse mediante una manivela o pedales, pero hoy muchas de ellas funcionan a motor.





MAQUINA DE ESCRIBIR:






La que imprime letras, números y otros signos cuando sus teclas son pulsadas u oprimidas.
En diversos sectores del mundo moderno depende el hombre de esta máquina, que permite escribir con gran rapidez.
El acto de escribir a máquina es, en sí, muy sencillo. La tarea principal es la de aprender de memoria la disposición del teclado.
Las letras están generalmente dispuestas en el teclado en un orden universal.
El papel se inserta en el rodillo o platén, que está situado en un carro que va de derecha a izquierda conforme se hace funcionar el teclado. Un carrete de cinta entintada gira constantemente a través de un angosto espacio enfrente del rodillo. Las palancas de los tipos hacen presión contra dicha cinta para imprimir letras sobre el papel.
Las máquinas de escribir tienen también otros mecanismos para acelerar la escritura y hacerla más exacta. Una palanca de la interlínea está de ordinario montada en el carro. Al ser movida, dicha palanca espacia el papel hacia adelante, a una nueva línea de escritura, y devuelve el carro a la derecha. Hay de ordinario una palanca ajustadora de espacio interlineal, que se puede ajustar o fijar para regular el espacio en blanco entre renglones.
Los marginadores pueden fijarse de modo que las líneas de impresión comiencen exactamente en la misma posición a la izquierda. El marginador para la derecha permite una alineación regular al lado derecho del papel. La tecla de cambio de mayúsculas se emplea para imprimir éstas. Mediante la tecla de cierre de mayúsculas se puede sostener el carro y escribir sólo mayúsculas.
Para proveer espacios entre palabras se pulsa con el pulgar la barra de espacios. En el teclado se encuentra la tecla de retroceso que sirve para que el mecanógrafo pueda hacer retroceder el carro y corregir lo que está ya impreso en una línea. Algunas máquinas llevan un dispositivo para ajustar el teclado al tacto del mecanógrafo.
Evolución de la Máquina de Escribir
Las máquinas de escribir no se generalizaron hasta el siglo XX, aunque la Primera patente para una máquina de esta clase fue concedida alrededor del año 1714. Esta máquina de escribir, que fue inventada por un inglés, no recibió aplicación práctica.
Al principio, las máquinas de escribir se patentaron como mecanismos para ayuda de los ciegos. La patente de la primera máquina de escribir que se registró en los E.U.A, en 1829, correspondió a Guillermo A. Burt. Se llamó tipógrafa, pero ningún modelo suyo sobrevivió.
En 1888 inventó el francés Javier Progin una máquina que utilizaba barras de tipo con una palanca de tecla para cada letra.
Carlos Thurber, un norteamericano, patentó en 1848 una máquina que usaba un juego de barras de tipos situadas alrededor de una rueda de latón. Esta se movía en un eje central, y el tipo entintado golpeaba directamente sobre el papel colocado debajo de la rueda. Su funcionamiento era demasiado lento para que dicha máquina tuviera valor práctico. A. E. Beach, también de los E.U.A., patentó en 1856 una máquina de escribir en la que se empleó por la primera vez las barras de tipo dispuestas en forma de círculo que hacían la impresión sobre un centro común. El año siguiente, S. W. Francis registró una máquina de escribir que utilizaba un teclado semejante al de un piano para actuar las barras de tipo.
La primera máquina de escribir práctica y que se podía fabricar en gran escala fue la obra de tres inventores americanos: Cristóbal L. Sholes, Samuel W. Soule y Carlos Glidden, Sholes, con la ayuda personal y financiera de Santiago Densmore, perfeccionó su máquina de escribir hasta que en 1878 adquirió ésta un valor comercial.
Esta máquina presentaba la mayoría de los principios de la máquina moderna. Usaba un juego de barras de tipo montado en un eje sobre un anillo horizontal, accionadas por palancas conectadas, en turno, por varillas con las palancas del teclado. El papel se insertaba alrededor de un cilindro de caucho y los tipos golpeaban en una cinta entintada para marcar las letras en el papel. Esta máquina tenía carretes reversibles para la cinta, así como un carro movible, que se podía devolver a su lugar al terminar de escribir un renglón. , Un defecto de esta máquina, dotada sólo de letras mayúsculas, era que el cilindro estaba situado en forma tal, que el mecanógrafo no podía ver lo que estaba escribiendo.
Invenciones posteriores aportaron la tecla de cambio de mayúsculas, mediante la cual cada una de las barras podía llevar la letra correspondiente tanto en caracteres mayores colmo en menores. Para usar una u otra bastaba elevar o bajar el cilindro. Francisco Wagner patentó en 1896 la primera máquina de escribir de acción frontal y visible que resultó satisfactoria, pues resolvió las dificultades de funcionamiento que presentaban las anteriores. La introducción de esta máquina estaba destinada a revolucionar por completo la industria de las máquinas de escribir.